El balance y
relato de las cosas vividas en un lapso de tiempo que damos en llamar año, es
lo que generalmente hacía el último día. No va a ser ese tipo de balance el que
haga ahora. No porque no hayan pasado cosas que marquen, sino porque hay algo
más importante. Esta vez me pesa más lo que quedó, más allá de qué lo trajo
hasta mí. Hoy me hace más feliz contar que ahora sé que es ser libre, que no
tiene que ver con la independencia familiar, la soltería o el trabajo. Ahora fue
tiempo de entender que ser libre va más allá y es despojarse de prejuicios en
la medida de lo posible, dejar de sentir y hacer en base a deseos ajenos. La bocanada
de aire que entra es tan relajante que lo recomiendo. Dejar de hacer por
compromiso es liberador, cumplir los deseos aunque sean simples, aunque los
demás los vean vagos… eso es la felicidad. Ser libre es amar sin creer que el
amor se deposita en alguien, entender que el amor siempre existe en distintas
medidas y representaciones. No permitir más que los miedos ahoguen las ganas de
gritar, ni de hacer. Chau miedos, chau silencios, chau deseo ajeno. Puede sonar
cursi, pero es lo que tengo ganas de decir. Mi deseo de año nuevo es que nos
sigamos liberando.
Liberación!
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