Que vengan las puertas pentágono, los candados, los cierres
cadena, las contraseñas y las claves combinadas. Que vengan las ventanas fijas,
las persianas que no suben, los frascos
de dulce nuevos imposibles de abrir. Que vengan, de a uno, todos juntos. No sé
cómo, pero les presentaré batalla. Y tal vez me choque contra las puertas, me
queme el bocho adivinando claves, pero no voy a parar. Todo lo que se empecine
o todo aquel que se empecine en hacerme creer que perdí la llave se va a tener
que esforzar mucho. Que no es el primer
callejón sin salida en el que me encierro, que no es la primera vez que me
agarra feriado a la madrugada sin cerrajero por llamar. Que ya tengo tubos de
oxígeno para nadar en vasos de agua, y los fideos sí van a ser un buen remo en
este dulce de leche bipolar. Que no estoy encerrada más que en mi misma, que me
buceo y me recorro y que me voy a encontrar.